PLANTA ANCAP DOLORES

 

Néstor Ortiz – Un Horizonte

 

   Sale caminando orgulloso de su casa paterna, ubicada frente a las viviendas de plaza Artigas. Néstor Leonel Ortiz Di Fortuna es joven, tiene ilusiones, un buen laburo, en el Estado y en Ancap. El mundo a esa edad parece chico, todo es posible.

   Luego la vida laboral lo llevará, como maleta de loco, de un lado a otro. Los desafíos no lo amedrentan, qué va, lo motivan.

   Esta es la historia de otro ancapeano, teniendo la suerte al trasponernos en el tiempo, sea nuestro cicerone.

 

   Efectivamente ingresé a la Planta Ancap de Dolores, el 22 de noviembre de 1963.

   Entré como peón y luego al considerar el jefe de planta de que yo tenía cierta preparación, tenía cuarto año de liceo y estaba preparándome para un concurso bancario, me llevó a trabajar primero como administrativo en el pañol. Es donde se entregan las herramientas, se anota en una ficha que queda colgada y después al final de la jornada cuando la devuelven a la herramienta se le da el alta en la planilla. Fui compañero de Alfonso Salvini y luego de un corto período me llevaron a la oficina administrativa, a trabajar como auxiliar administrativo.

 

  En la parte operativa el capataz.

 

   En esos tiempos no existía el cargo de capataz general había un capataz de obras y mantenimiento que se llamaba Juan Herrero que era también profesor en el Liceo.  

   Otro capataz principal, afectado a todo lo que fuera entrada y salida de combustible, el cargo lo ocupaba Pedro Fernandez Paulini y estaba como segundo capataz el Perro Martinez.

 

   La labor diaria se muestra coordinada en tres rutinas.

 

Los tambores.

 

   Fue mi primer trabajo como peón y donde pagué derecho de piso. Dos corrales había, donde atracaban de culata los camiones y se bajaban los tambores vacíos, de 200 litros.

   Después de descargados pasaban a un lugar, una planchadita, donde se movían un poco y se abrían las dos bocas, se sacaban los tapones para escurrirlos bien. Había dos rieles, tipo vía de tren, donde se llevaban los tambores a una altura, con una caída que una vez que lo metíamos arriba de ese riel, tenía digamos unos 30 metros, corrían solos hacia la zona del envasado. Eso estaba en un techado sin paredes, para que corriera el aire y los gases no hicieran tanto mal a la gente. Una vez allí los funcionarios con una especie de surtidor, con un volumen de carga mucho más rápido que con una canilla llenaban los tanques. Con los diferentes combustibles que en esa época eran unos cuantos, muchos más variados que ahora. A título de ejemplo menciono que existían: nafta común, nafta rural, compensada, super compensada también gasoil común y gasoil rural.

   Una vez que se llenaban los tambores, se iban amontonando en una pista de hormigón grande; con un color que identificaba al producto y en diferentes lugares para que no hubiera equivocaciones. Así se tenía un stock pronto, cosa de que no tuviera que esperar el camionero.

   Para cargar los llenos, los camiones entraban en una especie de diente, marcha atrás con una zona en desnivel. Una especie de fosa, para que la caja quedara al ras del hormigón y se pudieran cargar rodando los tambores. En la caja el funcionario paraba los tambores. Cuando no entraban más, yo que sé por decir algo 50 tambores, con un elevador Yale que era a batería, levantaban los restantes tambores en un doble piso.

 

El granel.

 

   La carga de combustible a granel en camiones cisterna, estaba en otro lugar. Por decirte algo a 50 metros por lo menos de donde estaba el envasado, más tal vez, 60 metros, 70. Circundando siguiendo una callejuela, que había allí entraba al granel.

En ese momento, en planta Dolores creo que se cargaba, con la válvula de salida de combustible cerrada.

   Tenían una válvula en la bodega, arriba para cerrar la bodega. Por debajo salía el combustible que iba directamente a la cañería, para que después cuando descargaran saliera el producto por esa cañería. Evidentemente con las mangas en las estaciones de servicio o donde fuera lo descargaran. Si mal lo recuerdo, yo nunca trabajé en granel,

salían con la cañería limpia, sin producto. Si estoy seguro, que así se hacía en mis tiempos posteriores en Treinta y Tres y Juan Lacaze.

   También era muy común que los camiones tanques salieran con alguna bodega vacía.

Cosa que también supervisaban los fiscales, que estuvieran realmente vacía porque a veces podía justamente ser factible una trampita.

 

Los tanques.

 

   Eran ocho tanques elevados que lo llamábamos nosotros porque estaban sobre una base metálica. En el caso de Dolores y si mal no recuerdo cargaban 100 metros cúbicos cada tanque, lo que harían 800 metros cúbicos de capacidad de esos tanques elevados.

   Había tres más, dos de si mal no recuerdo de 200 metros cúbicos cada uno, lo que estamos hablando de 400 metros. Más otro tanque que estaba aparte, ya más grande que los otros dos, era de 450 metros cúbicos que estaba destinado para el gasoil.

   Entonces la capacidad de almacenaje total de Dolores sería entre 1500-1600 metros cúbicos.

   En realidad, este era el producto que más se vendía, evidentemente en una zona agrícola total como era todos los alrededores de Soriano, Colonia, Rio Negro.

   Porque todas las plantas, tienen sus zonas de influencias, repartida, que a los clientes les quedara lo más cerca posible de la planta; si no, ya se repartían para otras. Por ejemplo Juan Lacaze que fue una de las últimas plantas que se hizo en el país.

   Tanto en Dolores como en Juan Lacaze, el combustible se descargaba a los tanques, impulsado por la fuerza de una bomba del barco.

   En Juan Lacaze el barco en el puerto estaba bien alejado de la planta, como a un kilómetro. Se bombeaba por un oleoducto por donde iban todos los productos, separados entre si por agua. Desde el barco el fiscal que estuviera a cargo de la descarga, avisaba a planta con un aparato que había allá para hacer el corte, al final de la descarga del producto y pasaba agua que iba a los tanques.

 

Todo se controla. Los fiscales.

 

   En ese momento que yo estaba en la planta Dolores los fiscales eran Lázaro Gimenez, Julio Ruiz Díaz y Edmundo Bahuoffer.

   ¿Qué hacían? eran los encargados y responsables por supuesto, de la recepción y la entrega justa de los combustibles que decía la documentación, actuando en diversos momentos.

   Cuando venía el Ancap V tenían que medir las bodegas del barco controlando que los números coincidieran con los datos que mandaba Montevideo. Por ejemplo para hacerlo fácil, el Ancap V cargaba 1050 metros cúbicos, normalmente venia más o menos con la mitad, digamos 500 metros. La otra mitad se desembarcaba en Juan Lacaze. De Montevideo mandaban un exhorto, una documentación o por vía telefónica, de que venían 502 metros, por decirte algo de gasoil. Te hablo de un solo producto, generalmente venía combinado. Comprobaban que la documentación coincidiera, más o menos lo digo porque siempre había tolerancia, por el tema de la volatilidad del combustible. Se cargaba a determinada temperatura y venían a las plantas. En el caso de Dolores, podía haber diferente temperatura y eso alteraba el volumen en más o en menos.

   Otra actuación era sobre los camiones a granel, verificando la carga con la documentación y donde medían las bodegas con una regla de madera.   

  Cuando el camión entró por primera vez a planta, tenía que presentar una regla que había sido calibrada en Montevideo, identificaba con el número de matrícula del vehículo. Esa regla no se podía cambiar, tenía que ser la original. Cuando medían, tenía que estar justo en la raya, vamos a decir que correspondía a esa regla.

   Se dieron casos, en Treinta y Tres lo recuerdo, de camioneros o dueños de camión, fleteros, me acuerdo de dos casos. Entraron con varillas sustitutivas que no correspondían a la original, evidentemente era para llevar más combustible. Se descubrió y se tomaron las medidas correspondientes.

   En Treinta y Tres el combustible venía en vagones y los fiscales lo median porque tenían una especie de calibre, en la tapa superior del vagón. Una vez revisados, generalmente venían entre 15 y 18 vagones de 30.000 litros cada uno, se empezaba a descargar a los tanques que correspondiera succionados con una bomba.

   Otra tarea diaria era medir los tanques de acopio. Todos los tanques tenían agua abajo para hacer una base plana. Iban con un operario medidor y se hacía un inventario de todos los tanques que se habían movido; que habían recibido o vendido producto. 

   Fiscalizaban también en la salida de los tambores llenos, El litraje que tuviera que llevar, 200 litros generalmente y supervisaban la cantidad de tambores, de tal o cual producto. 

 

T205

 

   Pedro Amuz e Ivor Sotura eran los choferes, del camión tanque que abastecía las estaciones Ancap de la zona, que era propio de la planta.

   Lo manejaron primero Sotura y después Amuz. Era un camión tanque de 8000 litros, si mal no lo recuerdo, un Leyland y su identificación T205.

 

 Estuvieron en la faena

   Otros compañeros todavía no citados. Titita Sanguinetti no fue trasladado. No recuerdo con exactitud, si al cerrarse la planta había fallecido o se jubiló. Casi seguro que se jubiló. El turco Dohir iba en un charret, desprendía el caballo durante el tiempo que trabajaba. Era un personaje muy especial, receptor de las bromas. Se terminó jubilando pues él ya tenía causal jubilatoria. Sergio Faller fue para Montevideo. Teníamos un departamento médico en Montevideo y en Dolores el médico certificador era el doctor Elbio Garin

 

Los Juegos Ancapeanos

 

   Se desarrollaban en las plantas del interior: Dolores, Durazno, Paysandú, Treinta y Tres y también se hicieron en Montevideo.

   O sea el espíritu era conocernos entre todos los funcionarios, compartir. Se confraternizaba, se almorzaba y cenaba, duraban uno o dos días. Dos días por lo menos.

   Se jugaban algunos deportes como futbol, basquetbol, voleibol, también se hacían partidas de ajedrez, de cartas.

 

Cerrá y vamos.

 

   ¿Con respecto a que pasó con los materiales de la planta cuando se cerró y si la desmanteló una empresa privada o fue Ancap?

   Yo no lo recuerdo. Estimo que los tanques y todos los efectos que eran ancapeanos, deben haber sido llevados para La Teja. La documentación también, supongo se llevó seguramente a lo que se llama en La Teja, Dpto. Plantas del Interior. Este departamento,  en el cual yo trabajé como dos años a cargo de un jefe que se llamaba Luis Mario Ochoa, era el receptor de toda la documentación que se enviaba de las plantas.

   En el caso nuestro, de Dolores,  se mandaba la documentación todos los días por Onda. Por supuesto en papel, en aquel momento no existía la web y en Montevideo la revisaban. Si aparecía algo raro, evidentemente el jefe tomaba las medidas o sea en el sentido de pedir explicaciones. Por ejemplo, el porcentaje de admisibilidad de los combustibles que son volátiles para el faltante o el sobrante.

   Reitero, yo no tengo idea. Cuando yo me vine a Treinta y Tres en el 78, estoy seguro que la planta aún no se había empezado a desarmar. Puedo equivocarme pero creo era así.

 

La persona, el funcionario, la carrera

 

   Soy doloreño, tenía 18 años cuando entré en ANCAP y viví con mis padres hasta los 24 años, cuando me casé en primeras nupcias. En julio del 78, por ahí, gané dos concursos para planta Treinta Tres, de los cuales tuve que optar por uno. Elegí el cargo de supervisor administrativo, venía a ser el segundo jefe de planta. Anteriormente por abril o mayo, se había ido Julio Villaamil que era oficial administrativo en Dolores y lo nombraron directamente jefe de planta Treinta Tres. Los dos nos fuimos con nuestras familias, en mi caso con mi hija de tres años.

Al jubilarse Villamil en 1994 – 1995, 94 creo que fue, yo quedé como jefe de planta Treinta y Tres.

   En el 2003 me ofrecieron hacerme cargo de la planta de Juan Lacaze manteniendo en reserva mi cargo en Treinta y Tres.

   ¿Qué paso en Juan Lacaze? hubo un problema muy grande, donde hubo una investigación que duró mucho tiempo y la planta tuvo cerrada muchos meses. Consideraban que había que reactivarla y en definitiva de la parte del sumario, terminó que nueve funcionarios fueron sancionados con la destitución, entre ellos el jefe de planta.

   Acepté la oferta que se me hizo, evidentemente muy orgulloso de que hubieran pensado en mí.

   Consiguiendo funcionarios de varias plantas, con una serie de tratativas que llevaron un tiempo, fueron por ejemplo varios de Paysandú, tres de Treinta y Tres y alguno de Montevideo. Transcurrido un tiempo se cumplió con la tarea, a satisfacción. Se pudo rehabilitar la planta, trabajando normalmente.

   Fue una labor bastante complicada. Primero por mi forma de ser, trabajar con mucha seguridad y controlando todo. Teniendo en cuenta las cosas que habían sucedido, miraba todo con cuatro ojos, porque es una planta muy grande, mucho más grande que la de Treinta y Tres y por supuesto más grande que la de Dolores. Juan Lacaze era abastecida por el Ancap VI, que tenía 2600 metros cúbicos de capacidad.

   En lo que a mi respecta, tanto en Treinta y Tres como en Juan Lacaze, una vez ya revisado el camión por el fiscal, dado el vista bueno, yo llamaba por teléfono, que lo pararan que no lo dejaran salir, iba y lo revisaba. Tal producto, de acuerdo al documento, la bodega, las llaves de paso de abajo abiertas, controlaba todo y los medía. Una operación sorpresiva, la hice muchísimas veces. 

   Lo mismo hacía en Treinta y Tres con los vagones vacíos. Cosa que no hice nunca en Dolores porque yo era administrativo, no tenía injerencia en las operaciones de carga o descarga.

   Me atrevo a decir, que era el único jefe que lo hacía y no estoy nada arrepentido de haberlo hecho. Era una forma de asegurarme de que las cosas se hicieran bien y a la vez asegurarme mi cargo. Si pasaba algo, el primer responsable era el jefe de planta.

   Luego de 49 años de trabajo, me jubilé el 2 de mayo de 2012.

 

   Todo lo dicho se sintetiza en algo muy humano, de gente bien. Salir a buscar el sustento, con la dignidad del trabajo, siendo útil. Seguro hay más historias, desarrolladas hoy sobre un terreno vacío. Una leyenda y como en el inicio laboral de Ortiz, hay un horizonte (1)

 

 

El presente artículo se basa en una serie de  entrevistas, a Nestor Ortiz efectuada entre el junio y julio de 2022

 

(1)   Canción Horizonte cantada por Andres Calamaro y Fernando Cabrera, en

 

https://www.youtube.com/watch?v=DzDFPEHK9Qw

 

Nestor Ortiz junto a su hija Heliana y familia


 

Nestor Ortiz y Rosana Magela Roldan

 











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