Entradas

Imagen
PLANTA ANCAP DOLORES   Néstor Ortiz – Un Horizonte      Sale caminando orgulloso de su casa paterna, ubicada frente a las viviendas de plaza Artigas. Néstor Leonel Ortiz Di Fortuna es joven, tiene ilusiones, un buen laburo, en el Estado y en Ancap. El mundo a esa edad parece chico, todo es posible.    Luego la vida laboral lo llevará, como maleta de loco, de un lado a otro. Los desafíos no lo amedrentan, qué va, lo motivan.    Esta es la historia de otro ancapeano, teniendo la suerte al trasponernos en el tiempo, sea nuestro cicerone.      Efectivamente ingresé a la Planta Ancap de Dolores, el 22 de noviembre de 1963.    Entré como peón y luego al considerar el jefe de planta de que yo tenía cierta preparación, tenía cuarto año de liceo y estaba preparándome para un concurso bancario, me llevó a trabajar primero como administrativo en el pañol. Es donde se entregan las herramientas, se anota en una ficha que queda colgada y después al final de la jornada cuando la devuelven a la herram
Imagen
  PLANTA ANCAP DOLORES   Lo hermoso que fue.      La planta estaba ubicada sobre la margen izquierda del rio San Salvador, en la zona noroeste de Dolores; frente a la punta de la península Timote Ramospé. Entre el depósito Granero Oficial y el derruido Molino Viejo.    Ayer era yuyal y desmemoria. En ese panorama, inicio con Juan Pozzolo, este viaje.    No queda claro el inicio de actividades. Fue en diciembre de 1947 pero hay dos fechas. El 13 de diciembre según Carlos Alvarez Millara (1) o el 15 de diciembre según Mario Santellán D´Andrea  (2). A nivel institucional, Ancap ratifica la fecha de inauguración en el año citado (3)      Sin embargo Juan a sus ochenta años tiene clara la vivencia. -La planta Ancap de Dolores fue un lugar de almacenaje y distribución de combustibles para una importante zona que comprendía parte de Rio Negro, Soriano y Colonia que se destacaba por lo extenso de su agricultura. Ahí  no se expendían garrafas, pues quien lo hacía era un particular, una estación
  PLANTA ANCAP DOLORES A a manera de prólogo      La sirena de la planta Ancap de Dolores era un clásico. Anunciaba el cambio de turno. Antes habían bajado hacia ella de manera rauda los que debían marcar entrada. Luego, ya más cansina y en pelotón, volvían los que habían cumplido jornada. Todos en bicicleta, el único en una moto Honda destartalada era el flaco Bahuoffer.    Conocíamos a todos, eran los padres de nuestros amigos de infancia. Con algunos íbamos a la escuela. Más tarde o más temprano, nos encontraríamos en una Dolores donde se podía jugar al futbol en la calle, en la plazoleta Romero o en la plaza de deportes.    Éramos felices con poco. Ese centro de acopio de combustibles daba trabajo a muchos, no pagaba mal y los empleados tenían sus beneficios. Gracias a eso se construyeron familias. Y los hijos, recibimos alimento, educación, salud y principios de ver a nuestros padres y amigos, trabajar en algo que a ellos les generaba mucho orgullo.    Lo bueno no duró m